Justo detrás de
mi cuerpo se escurría una mínima puerta. Sobre el umbral había una carita azul y otra rosa a modo de señalética. Cruzo esa puerta y me recibe un diminuto pasillo distribuidor que jamás podrá
ser habitado por una silla de ruedas. Abro la puerta de la imagen rosa, ingreso
y me quedo muda. Imagino los consumidores de unos 130 cubiertos más 50 en el patio, la mitad pueden
ser mujeres, si vienen todas, imposible.
Acción, rápido.
Si hay un incendio nunca saldré de las entrañas de la sanguijuela que hace
mucho tiempo no oxigena su interior. Observo el expendedor habitual de
profilácticos, un viejo secamanos eléctrico, una jabonera, una diminuta mesada
con una bacha, debajo un gran tacho de basura y sólo dos espacios con inodoros.
Abro ambas
puertas, observo y elijo. Calzo en el bolsillo del jean el smartphone que me
permitía tomar las fotos. Miro, busco y no encuentro cobertor de inodoros. Mi
cuerpo toma la posición de “parabólica humana” mientras casi engancho mi mentón
con el gancho que alguna vez pudo servir para colgar una cartera.
Observo un expendedor
de cepillo de dientes. Juntamos las monedas, fuimos a la conquista y nos hicimos de uno amarillo: Aventuras en puerta.
Salí y comencé a
escribir un tweet. Me levanto, pregunto a un mesero ¿Cuál es el Twitter? Sólo
tenemos email. Escribo un rápido tweet “Un gran local con un baño diminuto.
Solo rescatable el segundo ingreso. Pizza Piola mucho por mejorar. Hasta el
aroma!”.
http://www.piola.it/index.php?page=list-locals&menu_number=3&lang=es&countries_id=7
http://www.piola.it/index.php?page=list-locals&menu_number=3&lang=es&countries_id=7