martes, 2 de octubre de 2012

La Oruga

Dimos unas vueltas y llegamos a un restaurante largo y finito. Comencé a observar. Parada en el medio de la oruga y al ritmo del sonido del ambiente pregunté al joven cajero ¿El toilette? Respondió ¿Qué, el baño? Ahí!
Justo detrás de mi cuerpo se escurría una mínima puerta. Sobre el umbral había una carita azul y otra rosa a modo de señalética. Cruzo esa puerta y me recibe un diminuto pasillo distribuidor que jamás podrá ser habitado por una silla de ruedas. Abro la puerta de la imagen rosa, ingreso y me quedo muda. Imagino los consumidores de unos 130 cubiertos más 50 en el patio, la mitad pueden ser mujeres, si vienen todas, imposible.
Acción, rápido. Si hay un incendio nunca saldré de las entrañas de la sanguijuela que hace mucho tiempo no oxigena su interior. Observo el expendedor habitual de profilácticos, un viejo secamanos eléctrico, una jabonera, una diminuta mesada con una bacha, debajo un gran tacho de basura y sólo dos espacios con inodoros.
Abro ambas puertas, observo y elijo. Calzo en el bolsillo del jean el smartphone que me permitía tomar las fotos. Miro, busco y no encuentro cobertor de inodoros. Mi cuerpo toma la posición de “parabólica humana” mientras casi engancho mi mentón con el gancho que alguna vez pudo servir para colgar una cartera.
Observo un expendedor de cepillo de dientes. Juntamos las monedas, fuimos a la conquista y nos hicimos de uno amarillo: Aventuras en puerta.
Salí y comencé a escribir un tweet. Me levanto, pregunto a un mesero ¿Cuál es el Twitter? Sólo tenemos email. Escribo un rápido tweet “Un gran local con un baño diminuto. Solo rescatable el segundo ingreso. Pizza Piola mucho por mejorar. Hasta el aroma!”.


http://www.piola.it/index.php?page=list-locals&menu_number=3&lang=es&countries_id=7

domingo, 15 de julio de 2012